Para los peces,
comer plástico puede ser tan malo —o más— como lo sería la comida chatarra para
un adolescente. Esto, que suena apenas obvio, adquiere otro matiz con los
resultados de un estudio reciente, donde estos animales prefirieron alimentarse
de plástico en vez de su comida natural.
Con el agravante
de que, a diferencia de nosotros, no hay nadie que les indique los riesgos de
una dieta así.
Un grupo de
investigadores suecos se dio a la tarea de analizar el impacto de las
micropartículas de plástico (ver recuadro) en un grupo de percas, una especie
de pez común en Europa y cuya carne se comercializa.
Los hallazgos,
publicados en la edición de junio de la revista científica Science, indican que
la fase joven de esta especie, la larva, prefería partículas de poliestireno
(el icopor es uno de sus derivados) a su comida natural, el zooplancton.
Otros animales
cuyo comportamiento se ve ampliamente afectado por alteraciones en el medio
ambiente son las aves. Los cambios en la migración de algunas especies han sido
documentados, y en ciertos casos no solo se trata de factores como la
contaminación.
Un estudio publicado en marzo de este año da cuenta de ello.
Realizado por la Universidad de Anglia del Este, en el Reino Unido, la
investigación analizó poblaciones de cigüeñas europeas que históricamente
migraban a África durante el invierno para buscar comida.
Sin embargo, en tiempos recientes estas aves dejaron de realizar
su recorrido completo para detenerse en Portugal o España, donde encuentran una
fuente de comida más abundante y fácil: los vertederos de basura.
Inclusive, según los resultados, las aves hacen recorridos de
hasta 100 kilómetros para satisfacer su “deseo” de basura.
“El estudio analizó la dependencia de las aves en la comida de
los vertederos, y encontramos que la disponibilidad continua de esta comida
afectó las distancias de sus viajes y los lugares donde anidan”, afirmó al
portal phys.org la Dra. Aldina Franco, directora de la investigación.
De cuenta de esto, en los últimos 20 años la población de
cigüeñas de Portugal se ha multiplicado por diez, aseveró la experta.
“Las aves tienen una gran habilidad para alimentarse de muchas
cosas y para hallar grandes concentraciones de comida”, explicó Paulo Pulgarín,
docente de biología de la Universidad CES y experto en ornitología.
El problema, contó, es que no se sabe con seguridad a qué tipo
de patógenos se exponen estas aves al alimentarse de dichos lugares, que
prefieren por facilidad y abundancia. Además del tipo de objetos de los que
pueden llegar a alimentarse: plástico, fibras, etc. “Las aves migratorias deben
terminar sus recorridos en estuarios, no en vertederos de basura, añadió. “La
naturaleza tiene un ritmo propio. El ser humano debe articularse al ecosistema,
no al contrario”, dijo Galeano .
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